Emiio Lledó y la amistad

Emilio Lledó es uno de esos intelectuales a menudo olvidados por nuestra cultura, a pesar de ser miembro de la Real Academia Española de la Lengua donde ocupa el sillón ele minúscula. Este filósofo y humanista lleva años intentando convencer a la gente, y en especial a sus alumnos, de que la amistad es una de las ciencias exactas. No es tan solo un sentimiento, la filia, es una obligación y es también una intrepretación de la vida, como bien recuerda un artículo firmado por Juan Cruz que publica hoy el diario El País en el que glosa al octogenario profesor andaluz al haber sido galardonado con el Premio Lázaro Carreter que concede la fundación Germán Sanchez.

El artículo hace un repaso a la trayectoria vital de este hombre, hijo de una generación que vió como la miseria y la guerra deterioraban la libertad de aprender y de enseñar bajo una dictadura que le repugno siempre...y acaba diciendo: Le ves pensar, siempre, como si pensar y decir fueran parte de su cuerpo. Este premio...no juzga sólo una trayectoria, sino una manera de ser.

Y en efecto, como opina Lledó, las ideas tienen vida propia. Hace ya tiempo que leí su Elogio de la Infelicidad. El recuerdo que tengo es el de un libro pelín siniestro a la vez que revelador que contempla la infelicidad como desdicha y aunque ya se sabe que el bienestar es siempre subjetivo, yo siempre tengo presente el pensamiento de Bertrand Russell de que los males del carácter son muchas veces resultados de un mal físico en la forma de alguna enfermedad.