No hay mal que por bien no venga
Ella se consideraba una chica físicamente normal, los varios doctores que a lo largo de sus catorce años de vida la habían examinado nunca la detectaron anomalía alguna. El mogollón se destapó al cumplir su decimoquinto cumpleaños cuando fue a realizarse un examen ginecológico de rutina tras tener su primera menstruación.
Nerviosa y con algo de miedo metido en el cuerpo se tumbó en la camilla de exploración. El nuevo galeno comenzó su rutina y al poco se quedó sorprendido. No era frecuente encontrar pacientes con ese tipo de patología. Se trataba de una disrrafia conocida como útero didelfo. Consiste, a grandes rasgos, en tener dos vaginas, dos cervix y dos úteros, se da en proporción de una entre un millón de mujeres y existen diferentes variantes. Al tener conocimiento del diagnóstico se vio a sí misma como un especie de monstruo. El transcurrir del tiempo ayudó a superar los malos momentos llegando a la conclusión de que no hay mal que por bien no venga, veréis:
Sí, tenía que utilizar dos tampones cuando le venía la menstruación y dar a luz resultó pelín complicado pero...¿y lo bien que se lo pasaba?. Por ejemplo, cuando tenía algún rollete y llegaba el momento de comentar el tema con un: mira, ejem, tengo algo que decirte...la reacción por parte de la pareja del momento solía ser siempre la misma: ¡mooola!. Las dos vaginas eran completamente funcionales, bueno, la izquierda un poco más pequeña de lo habitual. Perdió su virginidad dos veces. La primera cuando tenía 18 años y la segunda dos semanas más tarde con el mismo chico. Los dos clítoris rulaban a las mil maravillas, incluso se lo pasaba pipa cuando encontraba a un amante con la suficiente habilidad digital como para procurarle dos orgasmos al mismo tiempo, y a veces, hasta tenía sueños eróticos en los que hacía el amor apasionadamente con un hombre con dos penes.
Fuente
Pues nada, a no perder la esperanza, a veces los sueños se hacen realidad, y en este caso aun más porque como haberlos, haylos, ya que existe una rarísima patología, que se da en uno de entre cada cinco millones de varones, llamada difalia o duplicación peneana que ya podéis imaginar en que consiste.
[NSFW]
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Nerviosa y con algo de miedo metido en el cuerpo se tumbó en la camilla de exploración. El nuevo galeno comenzó su rutina y al poco se quedó sorprendido. No era frecuente encontrar pacientes con ese tipo de patología. Se trataba de una disrrafia conocida como útero didelfo. Consiste, a grandes rasgos, en tener dos vaginas, dos cervix y dos úteros, se da en proporción de una entre un millón de mujeres y existen diferentes variantes. Al tener conocimiento del diagnóstico se vio a sí misma como un especie de monstruo. El transcurrir del tiempo ayudó a superar los malos momentos llegando a la conclusión de que no hay mal que por bien no venga, veréis:
Sí, tenía que utilizar dos tampones cuando le venía la menstruación y dar a luz resultó pelín complicado pero...¿y lo bien que se lo pasaba?. Por ejemplo, cuando tenía algún rollete y llegaba el momento de comentar el tema con un: mira, ejem, tengo algo que decirte...la reacción por parte de la pareja del momento solía ser siempre la misma: ¡mooola!. Las dos vaginas eran completamente funcionales, bueno, la izquierda un poco más pequeña de lo habitual. Perdió su virginidad dos veces. La primera cuando tenía 18 años y la segunda dos semanas más tarde con el mismo chico. Los dos clítoris rulaban a las mil maravillas, incluso se lo pasaba pipa cuando encontraba a un amante con la suficiente habilidad digital como para procurarle dos orgasmos al mismo tiempo, y a veces, hasta tenía sueños eróticos en los que hacía el amor apasionadamente con un hombre con dos penes.
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Pues nada, a no perder la esperanza, a veces los sueños se hacen realidad, y en este caso aun más porque como haberlos, haylos, ya que existe una rarísima patología, que se da en uno de entre cada cinco millones de varones, llamada difalia o duplicación peneana que ya podéis imaginar en que consiste.
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