martes, agosto 21, 2007

Errare humanum est et credo quia absurdum

Si hablamos de errores en medicina, tendría que empezar por el principio, que es lo suyo, y citar lo que se conoce como el error de Hipócrates. Hipócrates decía:

Se debe examinar al enfermo con calma, con un fin, observándolo con disimulo, mientras se discuten con él la mayor parte de las cosas, brindándole con alegría la valentía y seguridad necesarias, aislando y diferenciando los aspectos relativos a su enfermedad...no dejándolo darse cuenta de lo que le sucederá ni de lo que le amenaza ya que más de un enfermo ha estado a punto de morir por esta causa, es decir por un pronóstico donde se le anunciaba lo que podría sucederle...

Lógicamente Hipócrates no podía imaginar que casi 25 siglos más tarde uno de los mayores activos, éticos y legales de la medicina, en la relación médico-paciente, es el flujo de información entre ambas partes.

Siglos más tarde el gran Galeno de Pergamo consideraba que para curar cualquier herida era imprescindible que ésta suturase pus. Tuvieron que pasar más de 10 siglos para que Ambroise Paré sembrará las primeras dudas y otros tres más para que Joseph Lister demostrará lo errado de tal práctica.

A veces los errores son el vehículo que lleva al conocimiento. John Hunter defendió durante años que la sífilis y la gonorrea estaban ocasionadas por el mismo germen, al mantener que si la infección era a nivel cutáneo tratábase de sífilis, en cambio si las infectadas eran las mucosas se trataría de gonorrea. Tuvo que experimentar en si mismo, inoculándose con pus de un paciente con gonorrea, para descubrir que había contraído sífilis. El error yacía en que nunca llego a sospechar que ambas enfermedades se pudieran dar simultáneamente en un mismo paciente.

En el ámbito de lo absurdo encontramos a Philippus Theophrastus Bombastus von Hohenheim...¿que no te suena este nombre?...bueno, a ver que tal si lo llamo Paracelso. Paracelso aseveraba haber hecho un pacto con el diablo por el cual había recibido el elixir de la eterna juventud y el bálsamo natural capaz de regenerar cualquier tejido dañado. [ver también]

Otro caso destacado de absurdez es el concerniente a uno de los más importantes anatomistas del cerebro. Franz Joseph Gall y su ciencia de la Frenología al suponer que las facultades afectivas e intelectuales de una persona eran 27 y que estaban localizadas en la corteza cerebral. Los abultamientos del cráneo serían los que denotarían su evolución.

Y para terminar, otro día más, vamos con un españolito. Se trata de Joaquín Amat y su Amatrisán. Amat, que fue condenado en octubre de 2000 a 14 años por estafa, pregonaba a los cuatro vientos poseer el remedio contra cualquier patología asociada al cancer. Ese remedio no era otro que el tal Amatrisán, costaba alrededor de 420€ y estaba compuesto por urea y suero fisiológico. El remedio administrado junto con corticoides y anabolizantes tan solo producía una leve mejoría en los pacientes debido, en su mayor parte, al efecto placebo.

La ciencia es un conjunto de reglas que evita que los científicos se mientan los unos a los otros [Kenneth S. Norris]

Fuentes: Wikipedia y El Mitnal médico

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