Jugando a ser dioses
Nos queda mucho por ver en lo que a adelantos tecnológicos se refiere. Ayer leía en la página de Martin Varsavsky, si el de FON, un artículo, un tanto FUD a mi modesto entender, donde se plantea crear biocomputadoras utilizando para ello tumores cerebrales. Vale, voy a darle la vuelta al argumento porque una de esas vertientes de la tecnología que queda aún por andar es la aplicación de aparatos en el cuerpo de personas y animales para ampliar las funciones vitales y dotarlas de nuevas posibilidades. El implante de un disco duro en nuestro cerebro está por llegar, así como el implante de un micro AMD para hacer cuentas a la velocidad del rayo. Por lo pronto, racaneando por La Red me he encontrado con esta página y un experimento del año 2001, que, para mi, tiene más de arte que de estudio científico, aunque de esto último también. Su autor, Garnet Hertz, es bastante crítico con la tecnología y la adoración que la sociedad actual le profesa. Para ver la reacción de la gente ante una exageración de esa adoración, ha optado por instalar un servidor web en el cuerpo de una mosca muerta. Una mosca corriente, como la que entra en mi salón a molestarme justo ahora cuando estoy a punto de acabar la misión de acabar este post. Hertz ha implantado un pequeño chip, un webserver, que funciona y todo, adosado a la mosca. Uno de los dilemas que plantea es, "si a un ser que está muerto le implantamos un cacharro y este funciona, ¿el ser ha vuelto a la vida?", con lo que la polémica está servida. La mosca con webserver especula dónde puede llegar tanta locura tecnológica, este entusiasmo que nos lleva a intentar aplicar el microchip a cualquiera cosa que se nos ocurra. Bueno, mientras funcionen todo irá bien, no como el vídeo de instalación del proyecto que acompaña a la página. Vale, me conformo con las fotos.
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